Las viñetas de la discordia.
Casualmente, me encontraba en Dinamarca cuando estallaron los incidentes por la publicación, de parte del diario danés Jyllands-Posten, de las caricaturas de Mahoma. Y creo que debemos hacer una reflexión desprejuiciada sobre este hecho.
Si un diario de Arabia Saudí hubiera ridiculizado a Cristo, por medio de una caricatura u otro medio, yo al menos, personalmente me sentiría ofendido.Vería en esa actitud un desprecio gratuito a mi fe y a todos los valores de mi vida, ya que como cristiano, tengo en la persona de Jesucristo a mi Salvador y la revelación del amor de Dios.
No ignoro la extrema intolerancia de algunos islámicos y la persecución que hacen de los cristianos en los países musulmanes (entre otras violaciones a los derechos humanos), pero pienso que el diario danés fue más allá del derecho de libre expresión.
La libertad de prensa no puede, ni debe confundirse con una licencia para actuar irresponsablemente o para expresarse en forma agraviante.
Yo tengo el derecho de publicar libremente mis ideas, pero ellas deben enmarcarse en el respeto de los derechos de los demás.
Tampoco justifico, en forma alguna, los hechos de violencia que se están sucediendo en respuesta a la publicación de la caricatura; creo que una vez más, se pone de manifiesto que fundamentalismo (del tinte que sea) y violencia son dos elementos que solemos encontrar juntos con demasiada asiduidad a lo largo de la historia.
Lo curioso es que una viñeta que tiene el fin de arrancarnos una sonrisa, una reflexión o un comentario susurrado, haya propiciado tal escalada.Es posible que esto ocurra porque en el fondo esta comunicando una idea.
Pero, en el campo de las ideas, por más amplios que nos creamos, todos tenemos límites, líneas que sabemos que no se deben cruzar. Somos muy liberales, tolerantes y contemporizadores pero no haríamos viñetas para burlarnos de las víctimas del terrorismo, de la violencia de género o que inciten al racismo. Y es lógico que así sea, porque respetamos el derecho de expresión por sobre todas las cosas y no queremos bastardearlo con actitudes insensatas.
Nos encontramos ahora con una situación rápidamente manipulada por los violentos de siempre, esos que tienen su propia agenda de locura y destrucción.
Con sentimientos heridos y azuzados de millones de personas pertenecientes a una cultura que convive con nosotros.
Y con un nuevo capítulo de la relación Islam-Occidente, que hoy se compone de elementos tan volátiles como el programa nuclear de Irán y la llegada de Hamas al poder.
El desafío es múltiple; por un lado el mantener nuestros valores occidentales, en medio de caricaturas desafortunadas y quema de embajadas; seguir defendiendo el derecho a expresar libremente nuestras ideas, en los límites del respeto y la tolerancia; pero esencialmente, poder desarrollar una relación de mutua comprensión entre dos culturas que están sometidas a una fuerte interacción, para que no se tenga que hablar de choque de Civilizaciones sino de interrelaciones entre dos cosmovisiones diferentes.
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