jueves, febrero 16, 2006

Amor y Justicia.


¿Podemos llamarnos cristianos sin compartir las cargas de nuestros hermanos que sufren? ¿Sin ayudar al necesitado? ¿Sin liberar al cautivo de la pobreza y la miseria?

No se puede hablar del amor de Cristo sin hablar de Justicia, como tampoco se puede hablar de verdadera justicia sino nos referimos al Amor de Cristo.

Para un cristiano la relación con Dios está unida indisolublemente a la lucha por la JUSTICIA.

El auténtico cristiano anuncia el Evangelio proclamando el Amor de Dios, pero no sólo desde las palabras, sino participando activamente en esfuerzos para cambiar la vida de aquellos que más sufren.

La lucha contra toda forma de injusticia, abuso de poder, desigualdad social es parte de su visión.
Sin olvidar que un hombre con hambre no tiene oídos para el Evangelio, pero que un hombre bien alimentado y sin Cristo, carece de lo imprescindible: la salvación de su alma.


La necesidad, el llamado, la misión.

Un hombre recibe un llamado de auxilio de un pueblo lejano y desea ir, sabe conducir pero no tiene coche ni gasolina.
Su vecino, tiene un buen coche con abundante combustible, pero no desea acudir en auxilio de los que llaman.
Otro vecino, tiene abundante combustible, pero no sabe conducir y no sabe donde ir.

Egoísmo, comodidad, ignorancia y necesidad reflejadas en esta breve alegoría que nos habla de lo que ocurre hoy en la Iglesia del Señor.
Dios ha provisto a su Iglesia de medios materiales, armas espirituales y visión; lo que necesitamos es dejar de lado nuestro egoísmo y nuestra comodidad, no excusarnos en la ignorancia e ir y cumplir con la misión que Dios ha dado a su Iglesia: predicar el evangelio, hacer discípulos, liberar al cautivo, socorrer al necesitado y hacerlo..hasta lo último de la tierra.

“Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura.” Mc.16:15.

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