viernes, agosto 03, 2007

Visita al Campo de concentración de Dachau.

(Hacía un tiempo que quería bajar a Munich, había algunas cosas que quería ver en su Universidad , pero también quería visitar el campo de concentración de Dachau, a poco tiempo en tren desde allí. Aquí dejo mis impresiones que no dejan de interrogarme sobre la condición humana o mas precisamente, sobre la inhumanidad humana..)

Introducción:

El Campo de Concentración de Dachau fue el primer campo de concentración instalado por Hitler. Fue el 22 de Marzo de 1933, muy poco después que Adolf Hitler asumiera el poder como Reichskanzeler, y su finalidad era internar en él a los presos políticos. Su capacidad original era para albergar a 5000 personas, aunque en su última etapa llegó a contener hacinados a más de 30000 personas.
Una barraca diseñada para 200 personas llegó a cobijar a 1600.
Entre el campo principal y los anexos (Aussenlanger), entre 1933 y 1945 se recluyeron más de 200000 personas de toda Europa y casi una cuarta parte hallaron la muerte en él.
Dachau sirvió también como siniestro modelo para los campos que se instalarían después en Alemania y países vecinos y en escuela de asesinos de las SS.

No me fue difícil encontrarlo, entre las indicaciones oficiales y las referencias que dan los vecinos del pueblo .Lo difícil vendría luego.
Al acercarme a él uno va teniendo la sensación de ir descendiendo a lo más abyecto de la barbarie humana. Más aún, cuando sabes que ese mismo camino era el que los prisioneros recorrían luego de descender de los trenes que los habían traído hasta allí.

Unas oficinas a la entrada del campo ofrecen información y distintos materiales explicativos referentes a las actividades allí desarrolladas, luego hemos de atravesar las rejas que hacen de entrada y que aún conservan la tristemente conocida inscripción en hierro forjado: “ARBEIT MACHT FREI ” (el trabajo os hace libres).

El campo.

Dachau fue una clara muestra que una de las primeras voluntades de Hitler, era acallar toda oposición o pensamiento disidente. Allí muchos hombres de las SS, dirigentes nazis, etc. aprenderían las técnicas, organización , administración y métodos de exterminio.

Sus primeros ocupantes fueron comunistas, socialdemócratas, monárquicos, luego se le unieron durante un tiempo convictos comunes con su pena de cárcel ya cumplida pero que se consideraban también, (al igual que los políticos contrarios al régimen) un peligro para la sociedad. Estos últimos se convertirían en no pocas ocasiones en delatores y espías de sus compañeros , al servicio de las SS.
Luego se enviaría allí a judíos (después de la Kristallnacht ingresaron más de 10000), gitanos, religiosos como el pastor luterano Niemöller entre otros (pude visitar la pequeña celda en la que fue recluido durante siete años) y a todo aquel que constituyera, a ojos del régimen una amenaza a la seguridad del Estado. Luego del comienzo de la contienda mundial, también se sumarían prisioneros de todos los países en guerra con Alemania, miembros de los movimientos de resistencia, etc.

Paradójicamente el comienzo de la guerra trajo esperanza a los prisioneros. Existía a partir de allí la posibilidad de que la derrota del Tercer Reich, significara también su libertad, si lograban sobrevivir. Es por ello que en las estadísticas del campo se nota un descenso importante en la tasa de suicidios a partir del comienzo de la conflagración, que anteriormente era especialmente alta.

La vida del prisionero.

Ni bien llegado el prisionero debía asimilar su nueva situación.
Estaba desamparado y sin derechos, la paliza física , el insulto y la vejación serían moneda corriente. Un número y un triángulo de tela de color (diferente en cada caso, se tratara de un preso político o de otra categoría) lo identificaban claramente y le dejaban a merced de sus captores.

Lo que le esperaba no era más que trabajo de explotación, hambre hasta la desnutrición, fatiga hasta caer, brutalidad y sadismo de los guardias.
Las extensas jornadas de trabajo diario, que superaban las 12 horas, las largas marchas de ida y vuelta del campo a sus lugares de trabajo, las formaciones para control, etc. no dejaban casi tiempo para el descanso físico. Si a eso sumamos una alimentación más que deficiente, encontramos un elevado número de muertes por lo que se conoce como “exterminio mediante trabajo”.

Dado que durante la guerra la mano de obra que representaban se hacía muy importante para la producción. Los que no tenían trabajo en el propio campo (talleres, herrerías, etc.) era enviada a trabajar fuera del campo en canteras, construcción o reparación de carreteras, etc. Aún hoy es posible observar trabajos realizados por los prisioneros, particularmente me llamó la atención un escritorio de madera que algunos prisioneros utilizaron para escribir cartas a sus familiares. Al tocarlo me parecía sentir el dolor de aquellos días.

Las empresas privadas también podían obtener prisioneros para trabajar como mano de obra esclava. Cuando alguno enfermaba o quedaba inhabilitado para trabajar por la debilidad era enviado al campo nuevamente (lo que equivalía a su pena de muerte) y reemplazado por otro que trabajaría en las mismas condiciones inhumanas hasta la extenuación.

El hambre era un problema especialmente serio, una sopa aguada , un trozo de pan y poco más eran insuficientes para el tipo de vida que llevaban y acortaban sus esperanzas de sobrevida. Entre los prisioneros el robo de pan era especialmente considerado como una violación al principio de solidaridad; dado que el robar la comida a un compañero podía significar la muerte por desnutrición de este.
Los incapacitados para trabajar sólo recibían la mitad de la ración de un prisionero común.
La mala alimentación a su vez , los hacía propensos a todo tipo de enfermedades y epidemias que no dejaban de diezmar sus filas. Diariamente morían más de cien encarcelados y en ocasiones hasta doscientos como cuando una epidemia de tifus devastó el campo en Diciembre de 1944. Estas condiciones empeoraron con el correr de la guerra. En los últimos cuatro meses de guerra murieron más de 13000 personas.

Los castigos físicos de los guardias eran brutales.
Una máxima que comenzó a aplicarse en Dachau y que se extendió como principio regidor a los demás campos hasta el final de la guerra decía:” Ser tolerante significa ser débil..” por lo cual cada guardia juzgaba por si mismo las presuntas faltas de los prisioneros y las penaba. Estas faltas podían ser tan mínimas como un botón de chaqueta perdido, una respuesta equivocada o una suciedad en la barraca y su pena 25 azotes sin que hubiera desmayo (sino se volvía a comenzar), colgamiento por horas, plantón de varios días continuados a la intemperie, encadenamiento, etc. hasta la pena máxima.
En ocasiones los guardias de las SS ofrecían una soga para que el preso se colgara asimismo, si lo decidía. No pocos optaron por esta muerte rápida.

El horror bajo la forma de la expirementación médica.

En el campo de concentración de Dachau también se realizaron experimentos médicos con los prisioneros, utilizándolos como conejillos de Indias.
La finalidad de los experimentos eran mejorar las oportunidades de sobrevivir o de curarse de los soldados alemanes que, pudieran sufrir congelamientos, heridas mutilantes , enfermedades, infecciones, etc.
Estos experimentos acabaron atrozmente con la vida de muchos prisioneros.
Algunas experimentaciones fueron conducidos, entre otros, por el Dr.Claus Schilling, reputado especialista en medicina tropical. Infectó a 1100 presos de paludismo en la búsqueda de un tratamiento para esa enfermedad, probando diferentes métodos.

Otro experimento, era dirigido por el médico de aeronáutica militar Dr.Siegmund Rascher y consistía en pruebas de descompresión en cámara, para ver cómo podía reaccionar el cuerpo de un piloto sometido a una brusca descompresión. Casi 200 prisioneros fueron utilizados en este experimento, de los que murieron cerca de 80.

En la Exposición del campo era posible ver los informes escritos que, estos monstruos con título de médico realizaban, allí podía leerse:”...por la formación de embolias gaseosas se sumergió a varios sujetos en el agua, hasta provocarles la muerte, sin lograr que recuperaran el conocimiento...”

También hubo experimentación sobre cuánto enfriamiento podía soportar un cuerpo humano antes de colapsar, el profesor Holzlöhner y el Dr.Finke colaboraron en ellos.
Se provocaron artificialmente tuberculosis, septicemias e infecciones varias para probar antisépticos y diferentes bioquímicos.

Y esto lo propusieron, dirigieron y realizaron personas cultas, reconocidas en sus profesiones, cuya vocación los llamaba a ser sensibles ante el dolor humano.

Las distintas formas de ejecución o aniquilamiento.


Otra forma de exterminio, fue la ejecución sistemática de lo que los nazis consideraban sin valor, como los enfermos e incapacitados para el trabajo. Sus antecedentes estaban en el decreto de eutanasia que en la práctica se había constituido en un asesinato masivo de enfermos mentales.
En 1941 comenzaron a salir de Dachau con dirección a Hartheim cerca de Linz donde eran ejecutados mediante gas tóxico. Así hallaron la muerte más de 3000 personas.

La GESTAPO tenía una sección especial del campo donde llevar sus arrestados con el fin de interrogarlos y mantenerlos prisioneros hasta obtener alguna información que fuera de interés. También podían, además, ordenar ejecuciones si lo consideraban.

Luego de la ocupación de Francia, llegaron muchos resistentes franceses ,simpatizantes o sospechosos de serlo; en lo que se denominó operación Noche y Niebla. Esta consistía en operativos nocturnos y secretos de traslado a Alemania y se los conocía como los NN.

Los rusos recibieron también un trato especial. Hitler había dado órdenes de que fueron tratados al margen de las Leyes de Ginebra que amparaba a los prisioneros de guerra.
Los que eran identificados como dirigentes políticos debían ser fusilados de inmediato.
Los prisioneros rusos muertos en Alemania y los países ocupados durante la guerra ascendió a más de 3.000.000
En uno de los ángulos del campo está señalado el campo de tiro que las SS utilizaron para los fusilamientos masivos de prisioneros rusos.

Se construyó también una cámara de gas, similar a las de Auschwitz, pero que nunca se utilizó. Sí los hornos crematorios, que se fueron incrementando hasta cuatro, dado que el primero fue rápidamente insuficiente.

Una visión espeluznante me ocurrió al estar parado frente a una barraca próxima al horno crematorio y observar una foto de los últimos días del campo, tomada desde mi misma posición y perspectiva, donde eran visibles una montaña de cadáveres a la espera de ser cremados.

Conclusión a modo de reflexión.

Reconozco que aún estoy digiriendo y procesando todo aquella experiencia.
Recorrer las instalaciones, las barracas, las oficinas de interrogatorio, el campo, todo aquello que es testigo mudo de lo que el hombre puede hacerle al hombre fue para mi una experiencia fuerte.
De retorno a mi casa en Hamel, en el norte de Alemania , reflexionaba sobre la capacidad humana del mal. Su engendro y desarrollo, si es posible ver al nazismo tan sólo como una aberración histórica o si por cierto es algo mucho más peligroso. Si es algo que pasó o que desde que es un fenómeno que le aconteció al hombre es factible de volver a ocurrir. Si así fuera,¿Qué formas tomará entonces? ¿Es recordar una forma de prevenir?

En cualquier caso me admiré que junto conmigo hiciera la visita al campo, con un guía administrativo, un nutrido grupo de oficiales de una de las escuelas militares de la Alemania de hoy. Tuve la impresión que Dachau les hablaba especialmente a ellos.