jueves, mayo 24, 2007

Historia,memoria y pedagogía.







La memoria se preserva y se trasmite.

Hemos visto que nos encontramos siempre ante una pluralidad de memorias, que estas en menor o en mayor grado responden siempre a una visión determinada por multitud de factores; hoy es hora de preguntarnos sobre el papel de la memoria en la educación o qué memoria se debe enseñar.
Habiendo aceptado que dentro de esa pluralidad vamos a encontrar en primer lugar una memoria dominante que asimilamos como historia oficial, forjada generalmente por el grupo vencedor o hegemónico , debemos plantearnos la viabilidad de estudiar e instruir también las memorias de los otros, las que tienden a permanecer tras un velo.

Desde una posición reivindicativa se puede aspirar también a que esas memorias no dominantes, o de vencidos, sea incorporada de pleno derecho a la memoria oficial, que deber ser (aunque muchas veces no lo sea) de carácter colectivo.
Si luego esa memoria tendrá también depositarios físicos (memoria institucionalizada)como monumentos, espacios físicos especiales y públicos, fechas conmemorativas, etc. será determinado por la fuerza de esa misma memoria en la sociedad, más que por resoluciones de orden institucional. Porque finalmente , el único valor de una memoria es estar asentada plenamente en el colectivo al que pertenece, más allá de forzadas situaciones creadas por razones ideológicas, políticas o similares.
Esto es especialmente claro en algunos de los casos particulares que hemos tratado como el de los Desaparecidos en la Argentina, la memoria de la Shoa , la de los republicanos españoles, o las europeas de entreguerras donde se levantaron testimonios monumentales en contra de la Gran Guerra.

Pero el problema en sí subsiste en el aspecto educacional.
Es indudable que la historia sobrepasa el mero conocimiento científico e incide directamente en el ideario colectivo, aportando elementos identitarios y teniendo una directa responsabilidad formativa.
Si la historia ha de alumbrarse desde los archivos, documentos, museos, bibliotecas o ruinas, lo será también desde la memoria y desde esa posición, tendrá en la educación un rol urgente.
No que la historia en la educación tenga la función de trasmitir una memoria institucionalizada, pero sí tiene una responsabilidad formativa integral en todas las sociedades y ello aún va más allá de las cuestiones pedagógicas.
La historia como “magistra vitae” en su sentido más general y amplio.
Si tan sólo se limitara la razón educacional en dejar fijos en el conciente colectivo determinadas fechas, nombres y lugares, sería bastante pobre su aporte. La verdadera obligación de todo enseñador es rescatar de ese pasado que trasmite, la experiencia con vista a una aplicación futura.El conocimiento de los errores de generaciones pasadas puede hacernos sabios en la reflexión sobre el futuro.
Es cierto que junto con Heine podríamos decir que la historia lo único que enseña es que la historia no enseña nada, sin embargo el deber del historiador es resistir esa sentencia y trasmitir esa memoria, sin que ello sea perjuicio para su labor y oficio con la historia como ciencia.

Pues si el hombre no es capaz de aprender por la experiencia del pasado, sí deberíamos afirmar que la Historia sólo refleja el hecho absurdo de una existencia sin memoria.
Un estudio profundo del fenómeno Nazi en la Alemania de entreguerra resaltará que de alguna forma, una educación atesorada, una sólida cultura popular, un estado democrático, un desarrollo económico , etc. no son suficientes para evitar que los aspectos más destructivos del hombre se adueñen mayoritariamente de una generación y la conduzca a la barbarie.
Si hay un valor en la memoria, no es este el de la redención de los pecados pasados, sino el valor instructivo desde la prevención y la advertencia, un poco como menciona Reyes Mate refiriéndose a los Avisadores del Fuego , como Walter Benjamín y otros.

Nos enfrentamos en este terreno con la dificultad que menciona Hegel, que la verdad puede no ser objetiva y es entonces cuando podríamos deslizarnos fácilmente de una historia científica a un relato subjetivo de la historia.
Edgar Morin subraya que toda observación implica al observador. Y es claro que no puede negarse al sujeto, el verdadero desafío es que la apreciación temporal de ese sujeto no manipule el pasado para construir un discurso presente respondiendo a intereses parciales.

Comenzamos diciendo que la memoria es una función desde el pasado hacia los vivos, hacia este presente, pero que no se detiene allí, sino que también ejerce función en el futuro.
No tendrá jamás una pretensión universalista como la Historia, pero sí reveladora, sí contra el olvido y esencialmente contra el deseo de no saber, de no querer recordar. Allí es donde la memoria desnuda su responsabilidad social y donde encuentra su espacio didáctico.


Daniel Pisoni.

Nota: Con este post damos por terminada esta serie sobre Memoria e Historia. Habría muchos más por decir, aclarar , mencionar, debatir, etc, pero la intención sólo ha sido dar una idea muy general al tema e intentar una aproximación informal.
A lo largo de estos posts he mencionado a algunos autores que se refieren al tema en forma específica y otros en forma más general a la Teoría de la Historia. Pero no he referenciado a todos , aunque sí haga alusión a determinadas líneas de pensamiento, porquen no he querido abusar de autores y obras haciendo el tópico especialmente árido para quien recién se allega al tema.

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